HASIERA BERRIAK
/nuevos comienzos /new beginnings



Me encuentro en la cantera abandonada de Osinbeltz “Ortiga negra” cerca de mi casa aquí en el País Vasco.
Las canteras son espacios que abren la tierra y explotan su interior. En el caso de Osinbeltz, al finalizar la actividad minera se presentó un plan para convertirla en vertedero, el cual quedó paralizado gracias a la presión realizada por la comunidad.
Ahora este lugar es, o debería ser, un santuario en el cual amparar la pausa y la recuperación. Observar cómo la vida se abre camino y retoma su lugar es un aprendizaje esencial en el contexto actual en el que vivimos.
En primavera estas paredes se llenan de nidos de golondrinas y sus cantos. La vida llama a la vida, y otros seres comienzan a habitar la aparente dura piedra.
Cada vez intuyo con más claridad que nuestro trabajo aquí es amar aquello que late, aquello que brota, aquello que está. Quizá para ello hemos de caer poco a poco, volver a la tierra, ser raíz. Y acompañarnos con calma y ternura hacia un existir más lento y atento a todo lo que necesita ser cuidado interna y externamente. Despacio.
Comparto aquí unas palabras que creo que pueden ayudar en este proceso de sanar la herida que a veces sentimos demasiado grande, demasiado profunda, pero no por ello incurable.
Las canteras son espacios que abren la tierra y explotan su interior. En el caso de Osinbeltz, al finalizar la actividad minera se presentó un plan para convertirla en vertedero, el cual quedó paralizado gracias a la presión realizada por la comunidad.
Ahora este lugar es, o debería ser, un santuario en el cual amparar la pausa y la recuperación. Observar cómo la vida se abre camino y retoma su lugar es un aprendizaje esencial en el contexto actual en el que vivimos.
En primavera estas paredes se llenan de nidos de golondrinas y sus cantos. La vida llama a la vida, y otros seres comienzan a habitar la aparente dura piedra.
Cada vez intuyo con más claridad que nuestro trabajo aquí es amar aquello que late, aquello que brota, aquello que está. Quizá para ello hemos de caer poco a poco, volver a la tierra, ser raíz. Y acompañarnos con calma y ternura hacia un existir más lento y atento a todo lo que necesita ser cuidado interna y externamente. Despacio.
Comparto aquí unas palabras que creo que pueden ayudar en este proceso de sanar la herida que a veces sentimos demasiado grande, demasiado profunda, pero no por ello incurable.
“Incluso una tierra herida nos está alimentando, incluso una tierra herida nos sostiene, dándonos momentos de asombro y alegría. Yo escojo la alegría, no porque tenga la cabeza metida en la arena, sino porque es lo que la Tierra me da a diario y debo devolverle el regalo”
Palabras de Robin Wall Kimmerer, madre, científica, profesora y activista nativa americana
Fragmento de su libro Una trenza de hierba sagrada